¿Quiere ser más feliz? Intente hacer menos.
Este consejo aparentemente contradictorio proviene de la gurú de la felicidad, la Dra. Laurie Santos quien saltó a la fama después de enseñar la clase más popular en la historia de la Universidad de Yale, “Psicología y la Buena Vida”.
Cientos de estudiantes se inscribieron para aprender a ser más felices.
Luego, Santos y la universidad de Yale ofrecieron una versión gratuita en línea de la clase llamada “La ciencia del bienestar”, y cientos de miles de personas, luego millones, (4.6 hasta ahora) se inscribieron en la clase. En 2019, Santos también lanzó su podcast que encabezó las listas de éxitos, “The Happiness Lab” (El Laboratorio de la Felicidad).
Todos los consejos de Santos sobre la felicidad se basan en la evidencia de la investigación científica.
Y cuando llegó el momento de que Santos aplicara estas lecciones a su propia vida, sucedió algo interesante.
Al igual que muchas mujeres, se dio cuenta de que estaba lidiando con el “Síndrome de Burnout” (Síndrome de Sobrecarga Emocional) y, para ser más feliz, decidió simplificar su vida.
Cuando Santos visitó Denver para el evento de bienestar femenino característico de UCHealth llamado “evré”, habló sobre cómo todos podemos repensar la felicidad para llevar una vida mejor. Destacó 10 consejos científicamente probados para mejorar la salud mental y reducir el “Burnout” y el estrés.
Entre las principales “claves de la felicidad” que Santos cita con frecuencia están:
- Priorizar las conexiones sociales.
- Practicar la gratitud.
- Dormir lo suficiente.
- Llevar una dieta saludable.
- Ayudar a los demás.
Cuando Santos identificó su propia sobrecarga emocional, también aprendió sobre el
valor de hablar abiertamente sobre las luchas.
Enfrentar el Síndrome de Burnout y tomar medidas para solucionarlo
Junto con su trabajo como profesora e investigadora en Yale, Santos solía servir como directora de una de las 14 comunidades residenciales de Yale llamada Silliman College. Todos los estudiantes de Yale están asignados a vivir en uno de los colegios de la universidad donde pueden cenar, relajarse, estudiar y disfrutar de actividades de enriquecimiento entre ellos. Santos y su esposo, el filósofo de Yale, Mark Maxwell, vivían en Silliman, y Santos asesoraba regularmente a los estudiantes y ayudó a crear una popular cafetería y centro de bienestar en Silliman.
“Como la jefa de la universidad, eres como la CEO (directora general) de esa universidad o una tía compasiva para muchos estudiantes”, dijo Santos. “Así que, realizaba y tomaba decisiones sobre cómo se administraba la universidad”.
Después de que la popularidad de sus programas de felicidad aumentó y la pandemia golpeó, Santos descubrió que su tiempo y energía para involucrarse significativamente con los estudiantes habían disminuido drásticamente.
Necesitaba prestar atención al consejo que compartía con los demás, por lo que renunció como directora de la universidad y se mudó.
“La decisión de alejarse fue realmente grande. Implicaba mudarse y cambiar muchas de las formas en que pasaba mi tiempo todos los días”, dijo Santos.
La pandemia fue dura para la comunidad de Yale, como lo fue para muchas otras personas, dijo Santos.
“Fue un momento muy difícil liderar a un grupo de estudiantes que no podían participar en la universidad de ninguna manera como se estaban involucrando antes, y comencé a experimentar muchos de los síntomas del síndrome de burnout. Estaba emocionalmente agotada”, dijo Santos.
Santos dijo que también estaba experimentando un fenómeno que los expertos llaman “ineficacia personal”.
“Incluso si hiciera mi trabajo a la perfección, sentía que no estaría marcando la diferencia”, dijo.
Santos también notó otro síntoma común del síndrome del burnout: el cinismo, “donde todos simplemente te sacan de quicio… y es difícil sentir compasión por la gente”.
A pesar de que sabía que habría mucha charla tanto en Yale como en los medios de comunicación sobre un experto en felicidad que no era feliz, Santos decidió que tenía que renunciar a su trabajo como directora de Silliman.
“Realmente necesitaba hacer un gran cambio. Fue una decisión difícil”, dijo.
Y, por supuesto, se corrió la voz.
“Estuve en la revista New York Times por hablar de mi síndrome de burnout”, dijo Santos.
El estigma de hablar abiertamente de los desafíos es común, dijo Santos.
“Pero puede haber un estigma especial cuando se ‘supone’ que eres un experto en esto. Lo que me di cuenta es… quería practicar lo que predico a mis estudiantes, y la respuesta ha sido increíble”.
Junto con los estudiantes, los académicos más jóvenes y los miembros del personal estaban agradecidos con Santos por alzar la voz.
“Me dijeron: ‘gracias por hacer esto públicamente porque me facilitó tomar la decisión de tomarme un tiempo libre y darme cuenta de que nadie es perfecto y que todos tenemos que cuidarnos'”, dijo Santos.
Además de renunciar a algunas de sus obligaciones académicas, Santos también se tomó un año sabático.
“El síndrome de burnout no se detiene. Realmente hay que hacer algunos cambios serios”, dijo Santos.
Tiene suerte de que los profesores tengan descansos regulares conocidos como años sabáticos. Muchos eligen por investigar en lugares remotos durante sus años sabáticos. Pero Santos también sabe por su investigación que las conexiones humanas y las interacciones sociales regulares son vitales para la felicidad. Entonces, en lugar de vivir en una nueva comunidad que podría haberse sentido solitaria, Santos y su esposo decidieron pasar su año sabático en Cambridge, Massachusetts, donde tienen muchos amigos y Santos había asistido a Harvard tanto para la universidad como para la escuela de posgrado.
“Tomé medidas para tratar de arreglar el síndrome de burnout”, dijo Santos.
Llenándose de energía y aceptando los beneficios de simplificar.
El año sabático resultó ser divertido y restaurador.
Para cultivar relaciones, Santos y sus amigos organizaron noches de cine regulares.
“Uno de los mayores predictores de la felicidad de las personas es su sentido de las conexiones sociales. Estás haciendo tiempo para amigos y familiares y las personas que te importan”, dijo Santos.
“Hacíamos muchas cenas y películas todos los lunes”, dijo Santos. “Me dio las rutinas y las conexiones sociales que me faltaban después de la pandemia. Eso fue muy importante para mí, y tuve la sensación de que estaba sanando”.
“Algunas personas venían cada semana y otras solo venían de vez en cuando. Pero era este espacio donde la gente podía ser sociable y disfrutar de una nueva película juntos”, dijo.
Santos también disfrutó de sus actividades físicas favoritas: yoga y largas caminatas.
“Tuve tiempo de mover mi cuerpo. Eso es importante”, dijo Santos. “Una de las razones por las que amo a la comunidad de Boston es que no es realmente una ciudad de automóviles. La gente camina mucho, y me encanta caminar durante mi vida diaria cuando no se siente como ejercicio. No tengo que comprometerme a ir a un gimnasio, pero doy muchos pasos. Eso fue genial para mí”.
Santos también disfruta de mantener un diario.
Y mantuvo las cosas lo más simples posible durante su año sabático, una lección que podría resultar invaluable para las personas que se exigen a sí mismas o a sus hijos.
En un episodio reciente de podcast, Santos se asoció con Tim Harford, presentador de “Cautionary Tales” (“Relatos de Advertencia”), para un episodio llamado “The Happiness of Subtraction” (La felicidad de Simplificar).
Santos destacó un concepto que es difícil de aceptar para los humanos, especialmente para los que tienen un alto rendimiento, haciendo menos.
“Parece que todos estaríamos mucho más felices, tal vez incluso más saludables, si pudiéramos entender la importancia de a veces no hacer nada”, dijo Santos.
O las personas ocupadas podrían ir un paso más allá.
“A veces, lo mejor que podemos hacer es quitarnos algo activamente”, dijo Santos.
Señala que es muy difícil para los humanos, especialmente para aquellos que son adictos a las notificaciones constantes de sus teléfonos y a las agendas apretadas, elegir restar y simplificar.
Pero Santos citó ejemplos de viajeros que tratan de hacer demasiadas paradas en una ciudad como Washington, D.C., cuando, de hecho, más tiempo de inactividad resultaría relajante, beneficioso y tal vez incluso más memorable que visitar millones de museos.
Otro ejemplo son los padres helicóptero, quienes son conocidos por agregar constantemente actividades a la vida de los niños cuando los niños claramente se beneficiarían de estar menos ocupados.
“Los estudiantes universitarios de hoy en día tienen horarios saturados y nunca tienen tiempo para hacer nada”, dijo Santos. “Creo que eso se debe a que crecieron en una generación en la que los padres les daban tanto que hacer que se acostumbraron a no tener tiempo nunca.
“Quieres que tus hijos aprendan a jugar al fútbol y a recibir clases de piano. Y definitivamente necesitas conseguir un tutor para ellos de matemáticas y un tutor de SAT(Prueba de Evaluación Académica) y todas estas cosas. Así que llenas el horario de tus hijos hasta el punto de que no tienen tiempo para descansar, ni para jugar, ni para socializar con niños de su edad”, dijo Santos.
Imagina el poder de restar actividades, en lugar de añadirlas, dijo.
La receta para criar niños más felices es relativamente sencilla.
“Simplemente resta un montón de cosas de los horarios de los niños”, dijo
Santos.
Fomentar la felicidad en los jóvenes: colaborando con adolescentes y Big Bird de Plaza Sésamo
Santos ha estado pensando mucho últimamente en cómo fomentar una mayor felicidad entre los jóvenes. Ha adaptado su popular felicidad para los adolescentes que ahora pueden acceder a una versión gratuita en línea.
Descubra más leyendo: “La ciencia del bienestar para adolescentes”.
Luego, se asoció con Big Bird, Abby Cadabby y Grover de “Plaza Sésamo” para una serie de tres episodios en “The Happiness Lab” para resaltar los pasos concretos que los padres y las familias pueden usar para impulsar el bienestar y la felicidad entre los niños.
Los episodios exploran cómo ayudar a los niños a regular sus emociones y reducir la autocrítica negativa.
Santos dijo que nunca es demasiado temprano, ni demasiado tarde, para mejorar su bienestar emocional.
Entre sus estudiantes universitarios, Santos dijo que a menudo escuchaba que deseaban haber desarrollado mejores hábitos de bienestar a una edad temprana. La clase para adolescentes ya ha sido un gran éxito.
“Hemos tenido 100.000 adolescentes tomando el curso hasta ahora, lo cual es genial. Ofrece el mismo tipo de estrategias (que para los adultos), pero están dirigidas a los niños de secundaria y preparatoria”, dijo Santos.
Los padres también pueden trabajar con sus hijos a edades muy tempranas para desarrollar hábitos positivos y felices.
“Los padres pueden ayudar a los niños a sentirse menos ansiosos y menos estresados. Una forma de hacerlo es ocupándose de su propio estrés y ansiedad. A menudo me recuerdan el poder del contagio emocional”, dijo Santos.
Enfocarse en una mayor felicidad no es una búsqueda egoísta. En cambio, buscar una mayor alegría probablemente hará que la alegría se extienda.
“Tus emociones están afectando a otras personas. Una forma de ayudar a tus hijos es darte permiso para ayudarte a ti mismo”.