
Caerse da miedo. Da aún más miedo cuando se tiene 70 u 80 años, y lamentablemente, el riesgo de caerse aumenta con la edad.
Las caídas son la principal causa de admisiones hospitalarias relacionadas con traumatismos en personas adultas mayores de 65 años o más, pero no tienen por qué serlo.
Por lo tanto, es aconsejable mantenerse lo más saludable posible y hacer todo lo posible para prevenir las caídas, dijo la Dra. Laura Longwell, especialista en medidina interna en UCHealth Primary Care Clinic – Rockrimmon en Colorado Springs.
Muchos de los pacientes de Longwell tienen 55 años o más. Como médico especializada en la atención de pacientes adultos mayores, Longwell conoce muy bien las estadísticas del National Council on Aging (NCOA- Consejo Nacional sobre el Envejecimiento):
- Las caídas son la principal causa de lesiones mortales y no mortales en personas adultas mayores.
- Las caídas amenazan la seguridad e independencia de las personas adultas mayores y generan enormes costos económicos y personales.
¿Por qué aumenta el riesgo de sufrir caídas a medida que las personas envejecen?
“Aquí hay dos perspectivas”, dijo Longwell. “Hay cosas que no se pueden controlar, como los resbalones y tropiezos, que les ocurren a personas de cualquier edad. Quizás haya tenido gripe o esté deshidratado, se desmaye y se caiga. Una infección por sinusitis puede desequilibrarle y provocar una caída. Esto le puede pasar a cualquiera. Así que todos estamos en riesgo, a cualquier edad”.
A medida que nos acercamos a la vejez —alrededor de los 65 años—, otros factores también empiezan a influir.
“En ese momento, entre las cosas que provocan caídas se incluyen problemas de visión, audición y equilibrio”, dijo Longwell.
El envejecimiento puede provocar que nuestros sentidos se erosionen
La vista es uno de nuestros sentidos y le indica al cerebro la ubicación de nuestro cuerpo en el espacio. La audición también contribuye a ello. El nervio auditivo cumple dos funciones. La audición es solo una de ellas. Además, es un nervio que equilibra la vista. Poder ver y oír bien afecta nuestro sentido del equilibrio. Las cataratas y otros problemas de visión pueden contribuir a este problema.
Una queja común de los pacientes adultos mayores es el entumecimiento en los pies. Se denomina neuropatía, y la neuropatía idiopática (sin una causa identificable específica) puede ser un factor, explicó.
Si la neuropatía está presente, no se pueden sentir los pies tan bien como antes. Esto puede aumentar el riesgo de caídas.
El dolor crónico también es culpable de provocar caídas
Diría que (si tiene dolor crónico) presenta un mayor riesgo de caídas. Puede ser muy molesto. Si nos duele, puede cambiar nuestra forma de caminar. Esto afecta la marcha y el equilibrio. Si me duele la espalda y no puedo mantenerme erguido, podría inclinarme hacia adelante y desviar mi centro de gravedad. Eso puede provocar caídas, dijo Longwell.
Los datos sobre las caídas
- Una de cada cuatro personas en Estados Unidos, de 65 años o más se cae cada año.
- Cada 11 segundos, una persona adulta mayor es atendida en urgencias por una caída. Cada 19 minutos, una persona adulta mayor muere a causa de una caída.
- Las caídas son la principal causa de lesiones mortales y la causa más común de hospitalizaciones por traumatismos no mortales entre personas adultas mayores.
- Las caídas resultan en más de 2.8 millones de lesiones atendidas en urgencias anualmente, incluyendo más de 800,000 hospitalizaciones y más de 27,000 muertes.
- Los costos totales de atención médica por lesiones no mortales por caídas fueron de 80 billones en el 2020 (80.000 millones), el año más reciente del que se dispone de datos. Los programas de seguro de Medicare y Medicaid asumieron el 67% de estos costos.
Fuente: National Council on Aging (Consejo Nacional sobre el Envejecimiento)
Tenemos nervios que nos ayudan a mantener el equilibrio: lo que se llama propiocepción. En pocas palabras, se refiere a la capacidad del cerebro para percibir lo que sucede en el cuerpo.
“Es nuestra capacidad de mantener el equilibrio y corregirlo cuando tenemos un desequilibrio”, dijo. “El cerebro tiene que calcular rápidamente cómo corregir el equilibrio, pero a medida que envejecemos, la respuesta cerebral a una señal de desequilibrio puede ser más lenta”.
La demencia es otra causa de caídas entre las personas adultas mayores
“Los pacientes con demencia tienen un alto riesgo de caídas. Esto se debe a que la velocidad de procesamiento cerebral es más lenta”, explicó.
Todos estos son factores de riesgo intrínsecos, señaló Longwell, “que ocurren dentro del cuerpo y no se pueden controlar. Esto es especialmente cierto en las personas adultas mayores”.
Cómo prevenir las caídas
“Hay medidas que podemos tomar para intervenir y reducir drásticamente las caídas”, dijo Longwell.
En primer lugar, “los médicos deben revisar todo, desde las orejas hasta los dedos de los pies”, añadió. Si un paciente se cae, los médicos verifican los efectos de los medicamentos que toma. “Observamos cualquier cosa que pueda afectar el equilibrio o la atención y la abordamos adecuadamente”, explicó Longwell.
Es importante revisar la audición periódicamente, pero también es clave revisar los pies de los pacientes.
“Les pedimos que se quiten los calcetines y los revisemos. Les preguntamos: ‘¿Siente sus pies?’. Buscamos dedos en martillo y otras deformidades. Estas pueden afectar su forma de caminar”, explicó.
Retomando una vez más lo indicado por el Consejo Nacional sobre el Envejecimiento: “Caerse no es una consecuencia inevitable del envejecimiento”.
Es importante realizar actividad física

Las personas adultas mayores son propensas a las caídas, por lo que podrían tener que hacer algunos cambios en su estilo de vida.
“Sea menos sedentario y procure ser más activo”, dijo Longwell.
Manténgase activo. Únase a centros recreativos y ligas deportivas. Participe en fisioterapia, incluyendo entrenamiento de equilibrio. Y pruebe actividades con resultados comprobados para mantenerse activo, como el tai chi y el yoga. Si puede permitírselo, quizás pueda contratar a un entrenador personal para que le ayude con sus problemas de fuerza y equilibrio.
La Dra. Longwell también pide a sus pacientes que evalúen la seguridad de sus hogares.
“¿Es su entorno seguro? ¿Hay muchas escaleras u obstáculos que puedan provocar una caída? Revise la iluminación, las alfombras, los pisos resbaladizos, los asideros en la ducha y junto al inodoro”, dijo.
En ocasiones, recomienda una evaluación de seguridad en el hogar, que evaluará todos estos aspectos.
Para los pacientes que se han caído, a veces recomienda andadores.
Los artículos de apoyo para caminar son útiles, pero siempre recomienda que un fisioterapeuta evalúe a los pacientes para determinar si necesitan un andador y, de ser así, cuál, y para enseñarles a usarlo correctamente. Hay una forma correcta e incorrecta de usar un andador, y si se usa incorrectamente, puede aumentar el riesgo de caídas.
Dependiendo de la condición del paciente, podría necesitar desde un bastón de cuatro puntas hasta un andador con asiento. Un terapeuta ocupacional puede asegurarse de que el dispositivo se ajuste a la capacidad del paciente para agarrarlo y maniobrarlo.
Recomienda botones de alerta médica si están justificados, especialmente si el paciente vive solo y no tiene a nadie disponible para ayudarle.
Por supuesto, ninguna de estas cosas es útil si el paciente no las usa.
Otros aspectos a tener presente para evitar caídas
¿El miedo a caerse afecta la capacidad o la disposición de las personas para mantenerse activas?
“Sí, es una forma fácil de aislarse”, dijo Longwell. “Si temen caerse, pueden evitar ir a lugares. Pueden desarrollar depresión o ansiedad. Y el aislamiento en las personas adultas mayores puede empeorar la función cognitiva, lo cual puede ser irreversible. Para no exagerar, de hecho puede acortar la esperanza de vida”.
El sitio web del Consejo Nacional sobre el Envejecimiento afirma: “Las caídas, con o sin lesiones, también tienen un gran impacto en la calidad de vida. Un número creciente de personas adultas mayores temen caerse y, como resultado, limitan sus actividades y relaciones sociales. Esto puede resultar en un mayor deterioro físico, aislamiento social, depresión y sentimientos de impotencia”.
La evaluación de la depresión también es importante, dijo.
“Les pregunto: ‘¿Salen y hacen cosas?’. Pídanles que completen la Escala de Depresión Geriátrica; es una encuesta rápida y eficaz. La salud mental es un problema grave. Las personas pueden estar deprimidas y nadie se da cuenta ni les pregunta al respecto”.
También es importante identificar casos de abuso de sustancias, con mayor frecuencia el consumo de alcohol. Ella tuvo una paciente cuya hija estaba preocupada porque su madre bebía más alcohol que antes. La madre admitió a regañadientes que en efecto lo hacía.
Longwell afirmó que es importante evaluar la salud mental, así como la condición física de cada paciente.
Cuando atiende a un paciente geriátrico, a veces realiza la “prueba de levantarse y caminar”, en la que les pide que se levanten de una silla, caminen una distancia corta, se den la vuelta, regresen y se sienten de nuevo.
“¿Parece que pierden el equilibrio? ¿Le cuesta levantarse o agacharse? ¿Pueden girar sin perder el equilibrio? Si tienen algo raro, les pregunto. Es una prueba sencilla, pero puede revelar mucho”.
A medida que las personas envejecen, las cosas cambian y “se acostumbra a una nueva normalidad. Puede que tenga un problema, pero dicen: ‘Pensé que era normal cuando uno envejece’. Pero no queremos que vivan con cosas que los pongan en riesgo de no vivir bien”.
El resultado de todo esto es: “Si se pueden prevenir las caídas, se pueden prevenir las lesiones y aumentar la sensación de bienestar de una persona”.